Creador de cuadritos mudos, es todo un artista del silencio. Mucho mamarracho y violento pincelazo, con dos manchones de pintura nos cuenta mil historias. Más erudito que pintor, más artista que entretenedor, más crítico que historietista, más politólogo que dibujante. Tan humorista como genial. Esta biografía subjetiva, poética y sin forma, y sin embargo más precisa que Wikipedia, habla de usted. Perdón que no lo tutee, es cuestión de respeto. De sus dedos irreverentes y de su muñeca provocadora se deslizaron hacia el papel muerto mil críticas políticas que estallaron en las páginas de Hortensia, Rico Tipo, Gente y SuperHumor, y hasta las correrías de un cacique sobrenatural y justiciero, revoleador de boleadoras. Llegó a los diarios…pero más que en la retaguardia yo te daría una primera plana. Sus cuadritos ponen de la mano a Sócrates con el mate y a Platón con el puchero, no me extrañaría ver a Perón, a Marx y a Nietzsche compartiendo un asado en sus historias.
Politiquero y retrucador, nos habla de las injusticias del siempre y del hoy; en tus ventanas de tinta no se salva ni el corrupto de la esquina ni los señores del poder de tierras lejanas. La violencia de mi cuadra y las matanzas de Oriente Medio se dan la mano en tu obra. El coya del altiplano, el gaucho de nuestra pampa, el turista japonés y el burócrata estadounidense tienen su lugar aquí. Tan universal como Borges, sus mamotretos despiertan la risa cómplice y perspicaz de un francés, un chino o un porteño de ley. Tan nuestro como el dulce de leche, supo dibujar al político corrupto y al ciudadano sin fe. Santafecino de nacimiento, hijo adoptivo de Córdoba, donde un buen fernet le habrá contado al oído la grandeza y las miserias de ser argentino.
Con sus tretas de dibujante nos hace reír con el absurdo y con lo imposible, con sus gajes de humorista nos hace sonreír sin que sepamos por que. Preciso como un cuchillo en la carne, conciso como el agua. Sin decir nada nos dice mil cosas. Mudo y reflexivo, irónico y metafísico. Un meta-historietista, cuyos personajes nos hablan, nos sorprenden, se burlan de nosotros y se escapan de los cuadritos que tan pequeños les quedan para contener tanta magia.
Un brindis de tinta en su honor, Cristóbal, y para que sigan saliendo risas de esa lapicera. Un brindis para que su inacabable máquina de pájaros siga trabajando y arrojando al aire emplumadas historias de locura y realidad.
* Título de una de sus obras, publicada por editorial Sudamericana.
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